12.4.14

ENFRENTAR LA LEY SE SERVICIOS Y COLEGIOS PROFESIONALES: ¿HAY GANAS?.

La extensión a los ingenieros de las atribuciones de los arquitectos en edificación empobrece a la sociedad. La ingeniería no está preparada para dar una respuesta adecuada a las necesidades sociales: la arquitectura si.
Los arquitectos no defendemos un privilegio: cualquiera puede ser arquitecto si se toma el trabajo de estudiar arquitectura. Defendemos la singularidad de nuestro trabajo y su utilidad social.
Defendemos también unas retribuciones dignas. Defendemos la continuidad de nuestras organizaciones profesionales.
La Ley de Servicios y Colegios Profesionales amenaza acabar con todo ello.

Esto, que no es difícil de entender, se vuelve casi imposible de explicar al público por quienes dirigen los Colegios y el CSCAE. Y no es que lo ignoren. Pero dos cosas se lo impiden:
-          No se atreven - personalmente - a enfrentar a un Gobierno que tiene mayoría en el Parlamento. Prefieren mantener buenas relaciones – personales - antes que sacar la cara por la profesión.
-          Desprecian la fuerza de la movilización de los arquitectos. Por ello no la provocan transformando sus prejuicios en profecías autocumplidas: cada vez convocan menos.

De mejor en mejor hasta la derrota final. Luego vendrán los “yo no he sido”. Y – quizás – algún cargo en la administración para quien se haya portado bien.

Pero poco tenemos los arquitectos para “negociar”, porque la Ley de Ordenación de la Edificación ya dejó las cosas en un nivel de mínimos. Cualquier retroceso respecto de lo que ahí se dice sería inaceptable.

La gravísima situación profesional y personal en la que se encuentran la mayor parte de los arquitectos no les invita a involucrarse en acciones colectivas. Se ha instalado una gran desesperanza y escepticismo respecto del futuro del ejercicio de la profesión de arquitecto en España.
Por ello es aún más necesario que quienes han asumido la responsabilidad de representarnos a todos redoblen sus esfuerzos e infundan la confianza en que se puede parar la LSCP si nos unimos y movilizamos con inteligencia. Llevamos – cuando menos – gran parte de la razón.


Esto es una exigencia: quienes dirigen las organizaciones colegiales no pueden refugiarse en pactos de salón para luego decir “hemos conseguido un éxito parcial” o simplemente “hemos hecho lo que hemos podido”. No lo están haciendo, y no se lo perdonaríamos.