El edificio que el COAM se ha construido no
nos llena de orgullo.
Empecemos por el grave error de tomar la decisión de abandonar Barquillo precisamente en vísperas de crisis. Muy diferentes serían hoy las cuentas COAM si siguiéramos allí. Tampoco sería necesario dedicar tres cuartas partes del tiempo de la Junta de Gobierno a buscar la forma de alquilar los espacios vacíos para realizar eventos.
No es un edificio que podamos exhibir como
ejemplo de arquitectura sostenible, por decirlo suavemente. La prueba es que
nadie se atreve a encargar una Certificación Energética por temor al resultado.
Hay espacios que son literalmente inhabitables y la factura de consumos en
climatización es un secreto celosamente guardado.
La penuria presupuestaria ha dejado la Nueva
Sede a medias. Falta acondicionar espacios, instalar ascensores y montacargas,
aseos, realizar la distribución de algunas plantas, acondicionarlas
térmicamente. Falta adecuar a la normativa los aforos y la naturaleza del
aparcamiento para su explotación. Hay fallos en la ejecución, humedades,
filtraciones. No es cierto que este edificio haya sido un éxito.
Para rematar: el Ayuntamiento obliga ahora a
rehacer los enfoscados de las fachadas por no adecuarse a su carácter histórico.
De nada sirvió encargar un Dictamen que estableció que el enfoscado era
adecuado por ser...”italiano”. También obliga a rehacer el ático de la esquina
de Santa Brígida por trasgredir el formato cóncavo del arranque.
Unas reformas que ha de pagar el COAM, o sea,
los colegiados. Todo ello habiendo tenido las obras no solamente una Dirección Facultativa
sino también un Gerente - designado sin concurso – precisamente para evitar que
se cometieran errores como éste.
Ya es demasiado. procoam pide que se pongan las
cartas boca arriba, se cuente a los colegiados la verdad de este edificio y se
exijan responsabilidades a quienes las tengan, sean o no sean amigos de la
Junta de Gobierno.
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