El debate acerca
del futuro del Edificio España está lleno de señuelos, trampas, disimulos. Todo
vale para confundir al público.
El Edificio es obra
de los hermanos Otamendi. Uno de ellos, Joaquín, fue uno de los grandes
arquitectos que han construido en la ciudad de Madrid. Por sí mismo o como
socio de Antonio
Palacios es autor de varios de los mejores edificios
madrileños del SXX.
Hay quien dice que
esta obra es mediocre. Pero ¿a alguien en su sano juicio se le ocurriría mandar
a la hoguera las partituras mediocres de Bach o las obras no tan buenas de
Shakespeare, que las tienen?
Cuando un
arquitecto alcanza la importancia de Otamendi toda su obra pasa a formar parte singular de
esa biblioteca edificada que es una ciudad.
Sin embargo ¿es cierto que el Edificio España es mediocre? ¿No se trata más bien de un edificio valioso, aunque de transición, y por eso mismo contradictorio; pero por lo mismo un ejemplo singular y destacadísimo? Y ¿a qué más puede aspirar un edificio para que su calidad le salve de la picota, más bien de la piqueta?
Dice Francisco Javier Pérez Rozas:
“Es una obra de
cierta retórica monumental y triunfalista muy de la época, pero que supuso un
gran esfuerzo y alarde constructivo. Fue, en su momento, el edificio más alto
de España y de Europa. La estructura es de hormigón, lo cual supone un buen
conocimiento del tema de los rascacielos, Es interesante la solución escalonada
con un sentido de los volúmenes más autónomo y completamente diverso a la
tipología de rascacielos imperante en España. Más bien se relaciona con ciertos
edificio de la Rusia stalinista. Su antecedente en España es el edificio de la
Telefónica, del cual toma el modelo de la cita neobarroca para la portada. Como sucede
con “Los Sótanos”, uno de sus aspectos más destacados es la organización
interior con amplios vestíbulos de ricos materiales y un dinámico mundo de
ascensores bien organizado. Esta obra, cuando se contempla desde la fachada
trasera con los grandes volúmenes que describen patios abiertos, expresa
ciertos anhelos futuristas de irrealizados proyectos anteriores.”
Son precisamente estos volúmenes los que primero han sucumbido a la descatalogación parcial. Y es que al hacerlo y colmatar los patios con edificación, se multiplica la superficie edificable. El vaciado completa la destrucción de la obra.
Son precisamente estos volúmenes los que primero han sucumbido a la descatalogación parcial. Y es que al hacerlo y colmatar los patios con edificación, se multiplica la superficie edificable. El vaciado completa la destrucción de la obra.
A cambio se ofrece
a los madrileños la conservación de las fachadas frontal y lateral. El
resultado se parece a esos libros excelentemente encuadernados que albergan
dentro una botella de whisky. Un libro vacío, tan vacío como el debate sobre si
se deben conservar físicamente esas fachadas, o es admisible demolerlas y
reconstruirlas exactamente iguales.
El Colegio de Arquitectos ha intervenido públicamente por boca de su Decano, lo que es de agradecer. Atrás quedan los susurros al oído de la administración.
En resumen viene a
decir lo siguiente: el edificio no
es valioso como arquitectura, esta es la opinión de los
arquitectos. Solo resta por ver si a los madrileños, aún sabiéndolo, les
apetece conservarlo por nostalgia.
Esta valoración
coincide con la que ya hizo en su momento el Colegio en ocasión de la
descatalogación parcial, cuando llegó a decir que nada se perdería con la
demolición definitiva.
El COAM ha tenido el buen tino de no meterse en las honduras de la “rentabilidad”.
Pero Procoam no
está de acuerdo con la valoración patrimonial que hace el COAM.
Creemos que el
Edificio España es ejemplo valioso de la arquitectura madrileña, testimonio
destacado y singular de su evolución, y también de la obra de uno de los
arquitectos más importantes que han hecho la ciudad. Merece por ello
ser conservado en su integridad.
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