CARTA ABIERTA A D. DAVID FERNÁNDEZ, EL CONFIDENCIAL.COM
Estimado Sr:
Leído
su artículo “El negocio energético de los arquitectos….” publicado hoy en el
periódico digital “El Confidencial” PROCOAM, grupo de arquitectos miembros de la
Junta de Representantes del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, está obligado a hacerle las siguientes
observaciones:
De
su artículo se deprende que el trabajo de los arquitectos en los Certificados de Eficiencia Energética
(CEE) es “algo” que se puede hacer en 10 minutos.
No es ese el
tiempo que lleva el proceso de obtener un CEE. De haber usted contrastado esa información con arquitectos que se dedican
a ello hubiera recibido respuestas con estimaciones de tiempo muy superiores,
medidas en horas de trabajo, y variables según los casos: tamaños del edificio,
antigüedad, proporción de superficies exteriores….
También omite usted cual es el trabajo que un
profesional debe realizar para llegar a un CEE. Deben tomarse datos del inmueble de una manera
exhaustiva: la superficie del local o vivienda, las dimensiones de todas las
fachadas, las alturas de las diferentes
estancias, las medidas de todos los huecos y sus características técnicas, las
soluciones constructivas de todos los cerramientos, las superficies y grado de
ventilación de los elementos comunes, el uso de todos los locales colindantes,
el tipo y estado de los sistemas energéticos: climatización, calefacción, agua
caliente sanitaria, solar, iluminación….
Posteriormente
en el estudio se deben analizar y estudiar los datos obtenidos y volcarlos
detalladamente en un programa informático en el que hay que incluir por ejemplo
varias alternativas de ahorro energético, específicas para la vivienda o local,
así como hacer una valoración económica de esas alternativas y su rentabilidad
económica.
Por
último es necesario realizar un proceso
de registro telemático, más o menos largo según los distintos programas con
los que trabaja cada comunidad autónoma.
No
se le podrá ocultar a usted que ese
trabajo solo se puede medir en horas, unas cuantas, y de manera muy
variable según los casos como anteriormente le indicábamos.
El
valor de los CEE reside por un lado en la precisión y exactitud de los datos
obtenidos, de los que dependerá el resultado final: “la letra de calificación”
y por otra en el buen análisis de las medidas de mejora, base con la que los
propietarios podrán plantearse con datos objetivos las tan necesarias medidas
de eficiencia energética que lleven a nuestro parque inmobiliario a reducir las
emisiones contaminantes y el consumo energético, tarea de obvio interés social.
Tampoco
se le puede ocultar a usted que en el
coste del trabajo de los arquitectos no solo se debe repercutir el tiempo
destinado a él sino también otros costes
asociados, como el seguro de responsabilidad civil, los gastos de alquiler
de estudio, los cursos de formación, los equipos informáticos y sus programas…
todo lo que corresponde a un sector profesional serio y propio de una economía
avanzada. Salvo que seamos partidarios de un sector profesional “lumpen” de
trabajo para subsistir, sin seguros, inmerso en el piratería informática… pero
seguro que no ese el modelo que propicia su periódico.
Lamentamos
mucho que todo lo anterior lo haya usted resumido en la desafortunada expresión
de “un certificado de diez minutos” que podrá haber comprendido ridiculiza el
contenido real de nuestro trabajo, y además
transmite una información totalmente equivocada del valor del CEE.
Nos
ofrecemos a usted para colaborar en lo que nos parece un objetivo loable: la mejora del CEE para que sea un instrumento aún
más eficaz en la modernización energética del parque inmobiliario nacional así
como en la difusión pública de cuáles
son las ventajas para la propiedad y usuarios de los inmuebles de contar con
datos y estudios precisos con el objetivo de plantearse mejoras energéticas
que modernicen sus edificios.
Para
ese trabajo serio, profesional y riguroso sí estamos los arquitectos y las
arquitectas, pero eso sí no espere usted que se lo hagamos en diez minutos.
Un
saludo
Fernando
Landecho González-Soto,
Arquitecto
colegiado COAM 13.060; en representación de PROCOAM
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